miércoles, 26 de mayo de 2010

Pathetic.


Seguía esperando algo que jamás volvería, algo que se marchó hace ya unos días, ¿semanas? Quizá. ¿Meses? No podría decir que no.
Pero aun así seguía allí, sentada en aquel viejo banco, entre esas rosas que emanaban un dulce olor. Esperándolo. Como jamás había hecho. Como jamás se había planteado hacerlo.

Día tras día iba a aquel banco, a seguir esperando que volviera. La gente pasaba, a veces la miraban, otras ni tan siquiera se fijaban en aquella chica indefensa sentada en un banco esperando ser sorprendida en cualquier momento.

Pero aquel día los vió pasar por allí.
Eran exactamente las 5 de la tarde. Él había salido hacía nada de las clases, ella... mejor no hablar de ella.
Paseaban los dos felices, sin complicación ninguna, como si entre ellos jamás hubiera pasado nada, como si el destino les hubiera hecho un favor al volverlos a unir.
¿A una chica interesada y a un chico sin sentido? Quizá..

Ella no podía hacer nada. Solamente sentirse víctima de todo aquel tiempo que había perdido.
Pero aquel sentimiento de culpa acabó desapareciendo al cabo de unos segundos.
Se armó de valor. Sus converse, ya manchadas del barro causado por la lluvia del día anterior, no hacían ánimo de marcharse de aquel banco, parecía que quisieran quedarse allí por siempre.
Pero, pese a su voluntad, pese a sus sentimientos, logró escapar de los pensamientos que días atrás la habían atormentado.
Porque poco a poco consiguió darse cuenta de que no merecía la pena seguir aquí, no merecía la pena intentar seguir un camino que un día se partió en dos.
Así que se puso sus grandes cascos, puso su canción preferida y comenzó a andar. Sin rumbo, sin destino, pero feliz.