lunes, 31 de mayo de 2010

Mañana de verano

El calor de aquella mañana de agosto hacía que costara más andar. Cada paso era como un paso en un desierto, vacío, caluroso... lo que se dice desierto. Pero no le importó. Siguió caminando aunque sus pies no pudieran, aunque su cabeza dijera "basta!".

"¿Qué había al otro lado del camino?" preguntaron algunos.
"¿Qué pasó finalmente con ella?" preguntaron otros más.

Ella siguió caminando. Fue un camino duro, algo largo, doloroso.. pero finalmente, lo encontró.
Aquello que tanto anhelaba, que ansiaba encontrar.
Una pizca de felicidad. Algo que le devolviera a la vida. Ya estaba cansada de andar moribunda por las calles de París, extrañaba sentirse una persona viva, con ilusiones y esperanzas.
Así que sin rendirse lo logró. Llegó. Pero allí no había nada.
¿Dónde estaba la felicidad que tanto le habian prometido?¿Acaso tenía forma esa felicidad?¿Qué pretendía encontrar allí?
Ni tan siquiera lo había pensado, solamente la idea de encontrar la felicidad le ponía los pelos de punta. Cuando se lo contaron salió inmediatamente de su casa, buscándola.
Ahora estaba allí. Sudada. Casi llorando. No podía creerselo, allí no había nada. Ni siquiera una persona a la que poder gritarle por aquella mentira que le habían contado.
Entonces apareció. Un recuerdo pasado. Unos ojos marrones se clavaron entonces en los suyos azules.

"Has venido aquí en busca de la felicidad, yo también estoy aquí por el mismo motivo, supongo que hemos encontrado lo que buscabamos."

Y un te quiero se desprendió de sus labios.