martes, 18 de mayo de 2010

Felicidad

Quizá había olvidado ya lo que era correr, lo que era vivir miedos. Hace días aún seguía con la cabeza gacha, intentando no mirar al sol por miedo a que este cegara la poca visión bonita del mundo que me quedaba.
Abrí aquella botella de vodka que compré hace tiempo. Aquella botella que llevaba reservando para una ocasión especial.
¿Qué ocasión hay más especial que volver a reir?
En cuanto vi ese brillo en tu mirada me di cuenta de dos cosas.
La primera, echaba de menos el brillo de unos ojos latentes de felicidad, de aquella felicidad del momento, una felicidad algo infantil, pero al mismo tiempo preciosa.
La segunda, echaba de menos reir como lo hice en su tiempo. También habia estado echando de menos correr, correr sin tener miedo de tropezar y caerme.

La botella ya está medio vacia. Quizá el alcohol ha hecho que tenga una visión más bonita de lo que realmente es la vida en sí. Pero esta felicidad me gusta, me siento agusto con ella.
Y sé que nadie puede arrebatarmela.