miércoles, 2 de junio de 2010

Enamorados

Oscura noche de verano. Un verano sofocante, agobiador, algo pegajoso opinan algunos. En el portal de mi casa me hayo, no quiero esperar más, tengo ganas de verte. Quizá suene ridículo, son solamente pensamientos, ¿acaso importan?
Me siento en uno de los pequeños escalones que sobresalen. Miro al cielo, cientos de estrellas iluminan esta noche. Tardas en llegar, me estoy desesperando, pero justo en ese momento recuerdo aquella frase que me dijiste: "cuando realmente quieres algo, tendras que luchar y esperar por ello".
Aquella pequeña frase logró consolarme un poco, pero no calmó mis ganas de verte. La gente pasaba a mi alrededor, gente de todo tipo. Yo no podía evitar el mirar de un lado para otro, normalmente suelo hacerlo cuando espero a alguien.
Logro verte al final de la calle, pero no eres tú, solamente era una sombra. Desilusionada logro sacar el móvil del bolso. Ninguna llamada, cero mensajes, nada.
Hacía meses que no te veía, quizá por ese hecho ahora tenía ganas de verte, tampoco era tanto pedir.
Logro levantarme. Llamo al timbre. Número 12. Mi madre abre, no pregunta. En un intento de entrar en mi patio alguien sostiene mi muñeca.

"¿Puedo pedirte un favor?" escucho detrás de mi. No me giro. Pero sí que logro preguntar.
"¿Quién eres?¿Qué quieres?"
"Quiereme como yo te quiero, como siempre te he querido, porque por mucho tiempo que pase, no logro olvidar aquellos ojos azules"

Logro girarme. Sí. Era él. Ni tan siquiera había logrado reconocer su voz. Aunque algo por dentro me dice que sí. Lo miro a los ojos, unos grandes ojos color miel.
Y nos quedamos allí uno frente al otro, como si el tiempo se hubiera congelado, como dos enamorados.